La magia y los bebés

Al igual que los adultos, los bebés se sorprenden con la magia. Y esto ocurre porque lo que ven contradice sus conocimientos. Entonces, su sorpresa nos puede indicar lo que ellos conocen.

El truco de magia nos sorprende pues el mago hace que los objetos se comporten de una manera que viola las expectativas que tenemos acerca de su comportamiento. Aparecen y desaparecen sin respetar las leyes físicas que solemos utilizar para predecir su comportamiento. Pero para hacer tal cosa, los magos realizan un truco.

En los últimos años, los investigadores del desarrollo infantil se han puesto en el lugar de los magos para sorprender a los bebés. El objetivo: saber si el infante tiene o no expectativas sobre cómo se comportan los objetos. Un buen ejemplo de “truco de magia” ocurrió hace ya más de 30 años cuando se realizó “el clásico experimento del Puente Levadizo”. Las expectativas que los investigadores querían probar en ese experimento no eran superfluas, ponían en duda lo que se conocía en la teoría clásica acerca de los objetos ocultos. Para Piaget, a los 5 meses de edad el infante no posee la noción de objeto permanente y éste desaparece al perderse de vista.

El truco que prepararon los investigadores consistía en dos cámaras perpendiculares entre sí y separadas por un espejo de doble vía a 45°. Haciendo un juego de luces, se podía ver alternativamente lo que aparecía en la cámara frontal a través del espejo, o lo que aparecía en la cámara lateral reflejado en el espejo. Y esto sin que se notara que había dos cámaras. Midiendo la mirada preferencial por la novedad y utilizando el método de habituación-deshabituación (ambos comentados en un artículo anterior), las autoras del trabajo pudieron mostrarles a los infantes dos eventos de prueba distintos: uno “posible” y otro “imposible”.

En el evento de prueba posible, una pantalla era girada de adelante hacia atrás (como si fuera un puente levadizo) hasta detenerse en una caja que había atrás. En el evento imposible, la pantalla también era girada hacia atrás, pero en el momento en que debía tocar con la caja, las luces cambiaban y se mostraba lo que ocurría en la cámara lateral en donde no había caja detrás de la pantalla y por lo tanto seguía su curso hasta completar los 180°.

Como previamente los infantes ya se habían habituado a que la pantalla girara 180° en ausencia de la caja, cada una de estas dos situaciones de prueba representaban dos novedades distintas. Ambas tenían una caja, pero en la situación “posible” lo novedoso era que la pantalla se detenía a 120°, y en la situación imposible, llegar a los 180° no era novedoso, lo novedoso era que lo hiciera atravesando la caja que se había ocultado al llegar la pantalla a los 90°. ¿Qué le llamaría más la atención a los infantes? ¿Qué la pantalla se detuviera a un ángulo novedoso al llegar a una caja invisible o que atravesara un objeto invisible aunque el ángulo de 180° ya fuera conocido? Para la teoría clásica, el objeto invisible es inexistente para el infante de 5 meses y por lo tanto debería llamarle la atención el evento “posible”, no debería llamarle la atención que la pantalla siguiera en su giro puesto que el objeto ha desaparecido desde su ocultamiento.

Los resultados mostraron que los infantes esperaban que la pantalla se detuviera frente a la caja y se sorprendieron frente al evento “imposible” tal como lo haría un adulto. En este caso, la magia sorprendió a los infantes y también a los adultos que hicieron el truco, ya que no se cumplieron las expectativas de la teoría clásica.