Mirando a papá y mamá (I)

La forma en que los bebés procesan la información que reciben por sus sentidos les permite saber y conocer mucho más sobre el mundo que los rodea de lo que había previsto la teoría clásica.

“Mamá, otra vez estas haciendo caras raras”, le advierte el hijo a su madre. “Sí, es verdad amor... las hacés”, confirma el padre. La escena pertenece a la película de dibujos animados Los Increíbles y nos muestra a la supermadre dándole de comer a su bebé. Cualquiera que le haya dado de comer a un bebé sus primeros alimentos sólidos se sentiría identificado con la madre al verla abrir y cerrar la boca mientras le da de comer al pequeño. Como si de esta forma uno “creyera” que puede enseñarle a masticar comida sólida a su pequeño.

Igualmente Increíble les resulta a los psicólogos clásicos que un adulto pueda por este medio enseñarle tales cosas a su bebé de pocas semanas. Tales psicólogos inmediatamente harían una serie de objeciones, ¿cómo podría saber el infante que el gesto que él mismo acaba de realizar se parece al que acaba de realizar su madre? ¿Cómo podría el infante saber que el gesto que él siente que hace se corresponde con el gesto que él acaba de ver pero no siente? ¿Cómo podría el infante hacer corresponder una imagen visual con algo que percibe a través de otro sentido?

La investigación de los últimos 30 años ha encontrado la respuesta. Desde que nacen, los bebés pueden recibir información desde uno de sus sentidos (por ejemplo, sentir un objeto con la boca o con la mano), e “imaginarse” cómo sería ese objeto si lo vieran. Esta “imaginación” se haría a través de algún tipo de “representación supramodal” independiente y por encima de cualquier modalidad sensorial. Esta representación nos permitiría saber cómo sería un objeto a la “vista” si antes lo tocamos sin haberlo visto. Tal capacidad ha sido encontrada en los bebés y es la que les permite imitar gestos que “ven” pero que no “sienten”, ya que al imitar un gesto lo “sienten” pero no lo “ven”.

No es de extrañar entonces que los bebés aprendan a masticar y tragar sus alimentos sólidos mirando a una mamá que hace “caras raras”, como tampoco es de extrañar que puedan anticipar la forma de un objeto que se han puesto en la boca o que han tenido en sus manos. Los bebés pueden aprender mucho mirando el mundo que los rodea, ya que la información que reciben por la vista puede llegar hasta las otras modalidades sensoriales a través de este “cruzamiento de información”. No es de extrañar entonces que los bebés estén atentos mirando el mundo que los rodea aprendiendo más de lo que imaginamos. Y mirando a papá o mamá cuando les dan de comer, cuando se ríen, cuando están tristes, cuando hablan, cuando hacen sus tareas hogareñas... los bebés aprenden mucho sobre cómo actuar, cómo sentir y expresar emociones (ver artículo anterior), cómo hablar y sobre cómo se comportan los objetos también. Se ha visto que los bebés hacen “lectura de labios”, es decir, pueden representarse qué sonido debería escucharse de un movimiento de boca observado. Y mirando a papá y a mamá aprenden también a hablar.

Que los niños aprenden de sus mayores no es una novedad, lo novedoso es que ahora se sabe que aprenden mucho más y mucho antes de lo que había predicho la teoría clásica.