Silablado

Historia

El 11 de septiembre de 1956 marca la fecha de nacimiento oficial de las ciencias cognitivas. En 1978, la Fundación Sloan informa que “lo que ha originado el nacimiento de esta disciplina ha sido un común objetivo de investigación: descubrir las capacidades de la mente para la representación y la computación, y su representación estructural y funcional en el cerebro”. (1)

En los años ’60 aparecen los primeros trabajos que proponen nuevas metodologías para estudiar a los bebés. Podemos citar como ejemplos los trabajos pioneros de Fantz (2), que establecen que los bebés muestran una mirada preferencial frente a los estímulos novedosos (es decir, miran más tiempo un estímulo desconocido y nuevo que uno ya conocido), y también los trabajos de Siqueland y DeLucia (3), que muestran cómo el chupeteo puede ser una conducta perfectamente cuantificable y útil para evaluar distintos estímulos.

En los años ’70, la difusión de la tecnología del video y el desarrollo de nuevos métodos de investigación “permitieron a los investigadores probar y chequear las competencias cognitivas de los infantes sin tener que contar con la producción de complejas secuencias motoras. Estos métodos fueron experimentalmente mucho más rigurosos que los de Piaget y explotaron aquellas pocas acciones en que los infantes frecuentemente son expertos y habilidosos; por ejemplo, mirar, chupar, patalear y extender la mano”. (4)

La moderna psicología del desarrollo cognitivo nace partir de las observaciones que se pueden realizar con estas nuevas metodología y tecnologías. Los continuos y crecientes hallazgos que se han venido produciendo desde entonces, hicieron que a finales del siglo XX Andrew Meltzoff declarara: “Ha habido un profundo y revolucionario cambio en nuestra teoría del desarrollo psicológico infantil...; la investigación moderna ha descubierto que los niños pequeños conocen más a edades más tempranas de lo que había predicho la teoría clásica. Estos nuevos hallazgos llevaron a un gradual debilitamiento y, finalmente, al colapso de la teoría clásica de Piaget... Ahora hay una búsqueda furiosa de un nuevo marco teórico. Una analogía se puede trazar con la temprana parte de este siglo cuando la mecánica clásica newtoniana fue derrocada y los físicos buscaban un nuevo modelo”. (5)

A finales de 1999, la junta gobernante del Centro para la Investigación e Innovación Educativa (CERI) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) toma en consideración el proyecto "Ciencias del aprendizaje e investigaciones del cerebro" (*), cuyo propósito es fomentar la colaboración entre las ciencias del aprendizaje y las neurociencias, por un lado, e investigadores y gestores de políticas, por el otro. Se reconoce que debe ser desarrollada una aproximación neurocientífica al proceso de aprendizaje; la meta es ver si existe una investigación relevante que pueda guiar mejor a los gestores de políticas educativas y cómo las ciencias del aprendizaje y las neurociencias pueden comenzar a encontrar objetivos comunes. Aun así, en su descripción del proyecto admiten que muchos están de acuerdo en que los gestores de políticas educativas aun no han hallado aplicaciones prácticas a las investigaciones neurocientíficas y que, por otro lado, los neurocientíficos no han encontrado aplicaciones prácticas de sus hallazgos en las ciencias del aprendizaje. A pesar del notable avance de las investigaciones en las últimas décadas, reconocen que el número de hallazgos que han podido ser explotados por las ciencias del aprendizaje ha sido muy disperso. Posiblemente esto es debido al hecho de que hasta el momento ha habido poco contacto entre los "neurocientíficos" y los "científicos educacionales".

Dentro de este contexto global, el Silablado es un ejemplo de lo que puede hacerse cuando los hallazgos científicos de las últimas décadas son utilizados para diseñar una nueva propuesta didáctica para el nivel inicial.

En la práctica, el Silablado ya fue probado con éxito en más de setenta salas de jardín de infantes ubicadas en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). La prueba se realizó con más de mil niños del nivel inicial y fue realizada por las docentes que participaron en dos encuentros pedagógicos organizados por la Unión Argentina de Maestros y Profesores (CAMyP). En el primer encuentro, se evaluó el método desde distintos puntos de vista: teórico, práctico y curricular. En el segundo encuentro, se lo implementó y se comprobó que también podía ser aplicado con niños de hasta un año de edad en la sala de lactarios. Además, la experiencia confirmó que podía ser muy útil en niños mayores con problemas o retrasos en el aprendizaje de la lectoescritura. Tal como se había predicho: si el Silablado es considerado una etapa temprana en el aprendizaje del lenguaje escrito, resultará muy útil en niños con dificultades en el proceso de aprendizaje, ya que las secuencias repetitivas permiten retomar un estadio previo del desarrollo para luego recomenzar y avanzar en forma progresiva hacia la adquisición de la lectoescritura. Así, el Silablado se convierte en una herramienta más con la que se puede contar para solucionar problemas en el aprendizaje de la lectoescritura.

(*) Learning Sciences and Brain Research: Potential implications for Education policies and practices

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El Silablado es un método de enseñanza de la lectura, natural y temprano, diseñado para ser empleado con niños de edad preescolar.

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