Lectura temprana

Lic. Pablo Hernan Cueto

¿Es posible que los niños puedan aprender a leer de forma natural a edades más tempranas de lo que se cree habitualmente? Y si es así, ¿dónde podría darse este aprendizaje?

Algunos padres se sorprenden ante la posibilidad de que sus hijos puedan aprender a leer antes de ingresar a la escuela primaria. Otros, en cambio, se sorprenden porque sus hijos han aprendido a leer solos a los 4 ó 5 años de edad. Y muchos adultos se preguntan si es conveniente o no que los niños empiecen a leer a edades muy tempranas y se preocupan por la manera en que esta enseñanza temprana podría afectar a los niños. En el núcleo de estos cuestionamientos hay un cierto temor y desconfianza. He notado que la incredulidad ante la posibilidad de un aprendizaje temprano de la lectura se da más en el ambiente educativo que en el ambiente hogareño. Y me parece natural que sea así, no es lo mismo la actitud que los padres tienen con sus hijos que la actitud que los docentes tienen con sus alumnos. En realidad, lo que está ocurriendo es una discución respecto a dónde debería darse el aprendizaje de la lectoescritura o, dicho de otra manera, el aprendizaje del lenguaje escrito.

El aprendizaje natural del lenguaje escrito dentro de un ambiente hogareño permitiría que los niños no consideren este lenguaje como un lenguaje extraño y ajeno.

¿Se puede aprender este lenguaje en el hogar o necesariamente debe darse en un ambiente escolar? La historia de la escritura muestra que desde sus inicios la difusión del lenguaje escrito estuvo restringida a muy pocas personas y muy lentamente el lenguaje escrito fue llegando a todas las personas. Actualmente el aprendizaje del lenguaje escrito está restringido al ambiente educativo y a personas que tienen una edad mínima determinada institucionalmente en 6 años. Pero esto podría cambiar. ¿Por qué? Simplemente porque los niños tienen la capacidad para aprender a leer desde muy pequeños y porque los padres también tienen la capacidad de enseñarles a leer desde muy pequeños. ¿Y cómo sabemos eso? Porque tanto los padres como sus hijos ya viven una situación educativa en donde los mayores le enseñan a los niños a hablar, es decir, les enseñan a comunicarse con un lenguaje. Ahora comprendimos mejor cómo es ese proceso de enseñanza materna en donde naturalmente aparece una etapa de balbuceo a modo de "protoconversación" interactiva donde niño va descubriendo y aprendiendo el lenguaje materno. Con los textos silablados ahora esta interacción también puede darse con el lenguaje escrito a través de "protolecturas" que le permiten al niño descubrir y aprender el lenguaje escrito de la misma manera que lo hicieron con el lenguaje hablado.

La pregunta que ahora podríamos hacernos no sería porqué adelantar el aprendizaje de la lectura en los niños sino porqué atrasarlo. El aprendizaje natural de lenguaje escrito dentro de un ambiente hogareño permitiría que los niños no consideren este lenguaje como un lenguaje extraño y ajeno y mejoraría su comprensión lectora a edades mayores. La cuestión entonces no sería cómo enseñarle a los niños pequeños a leer sino cómo enseñarles a los padres a facilitarles la comprensión de lenguaje escrito a sus hijos. En Suecia, se está implementando la enseñanza temprana de la lectura como una "segunda lengua". Sin embargo, yo no la llamaría así. La experiencia realizada con el Silablado en los jardines de infantes de la ciudad de Buenos Aires mostró que esta práctica mejoraba el habla en aquellos niños en donde aún no se había manifestado acorde a su edad. Entonces, la enseñanza temprana de la lectura no la consideraría como una segunda lengua si no más bien como una lengua complementaria y suplementaria de la lengua hablada que en forma sinérgica ayudaría a brindar más sentido a ambos lenguajes, el hablado y el escrito, mejorando el "decir" de las personas y, por lo tanto, mejorando la comunicación entre las personas.

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